Seguramente, las calçotades son la comida popular más conocida en Catalunya y la que más rápido se ha exportado fuera de sus fronteras. De hecho, encontrar calçots en los mercados de, por ejemplo, Madrid, es muy fácil. Y los restaurantes que ofrecen calçotades no se limitan a los catalanes. Ni mucho menos a los restaurantes de la zona de Valls, en el Alt Camp. Su fama ya no conoce fronteras.
La temporada calçots, que empieza durante las últimas semanas de febrero y se puede alargar hasta bien entrado abril, supone un espectáculo gastronómico sin igual. La fiesta, la comunidad y la alegría se mezclan con el campo, con la tierra, con el fuego. Las cebollas tiernas y alargadas son las protagonistas indiscutibles, asadas y servidas en tejas de barro para evitar que se enfríen.
Una persona puede comer entre 10 y 15 calçots… aunque seguro que más de un lector de este post rompe la media. Se acompañan de la famosa salsa salvitxada, muy parecida al romesco y se comen de forma original, con los dedos y sin olvidar el babero para evitar daños mayores en la ropa.
Pero ojo: la calçotada no termina ahí. En las brasas del fuego usado para asar los calçots, se suele hacer la carne a la brasa que hace de las calçotades una comida redonda. Cordero, ternera y sobretodo, buenas butifarras. Todo ello, acompañado de tostadas; un buen pan con tomate.
Si aún no has disfrutado de estas famosas calçotades, acércate a nuestros mercados. Podrás encontrar calçots en muchas fruterías y en Cansaladeries Medrán podrás encontrar las butifarras y las carnes que unos buenos calçots necesitan.